Pablo Delonghi es un turista que viaja en solitario, pero acompañado de una historia muy particular. Con un Peugeot 404 modelo 1967 recorre lo que llama «el lado b» de las rutas, caminos complicados que lo llevan a pequeños pueblos de la Provincia de Buenos Aires que se congelaron en el tiempo cuando el tren dejó de parar en sus estaciones.
Su trabajo como empleado del ferrocarril, el auto de su padre, el mismo modelo que hoy conduce y la tranquilidad de rodar y rodar hacia destinos que lo maravillan con sus paisajes, lugares icónicos y conversaciones, es parte de su viaje que lo ha llevado por más de 100 sitios desde 2019.
«Estuve muchos años buscando un Peugeot 404, sobre todo porque fue el primer auto que al que me subí y con el que la familia salía de vacaciones, a la casa de los abuelos, a pasear. Y de grande me agarró eso de decir qué lindo sería tener otra vez uno así», dijo en el programa Amo Viajar.
Después de conseguir uno idéntico al de los recuerdos de su infancia, Delonghi comenzó a hacer pequeños recorridos, y muy vinculado a su empleo como trabajador ferroviario que ejerce desde hace 28 años, sintió la curiosidad por aquellas localidades por donde el tren ya no pasa.
«Me dio esa curiosidad de ir a ver qué pasó con esos pueblos, cómo se reinventaron o cómo sobreviven hoy por hoy», señaló sobre lo que fue el disparador de su aventura que le cuenta al mundo a través de Instagram (viajandoenel404) donde lo siguen casi 62 mil usuarios.
Como todavía trabaja, aprovecha los fines de semanas o los días de vacaciones acumuladas para salir a la ruta. «Hace poquito anduve ahí cerca de Bahía Blanca», comentó sobre su estadía en Saavedra y en Sierra de la Ventana.
«Yo digo que el viaje en el tiempo es completo, porque por ejemplo el auto tiene un pasa cassette, o sea, yo escucho cassettes (mientras conduzco) entonces es un poco también el hecho de ir por la ruta tranquilo», señaló acerca de su rutina.
Aunque viaja solo, nunca le falta compañía cuando llega a un pueblo. Relata que a veces llega y «enseguida alguien se arrima y te empieza a contar que tenía quizás un auto igual o que aprendió a manejar en uno así y entonces ahí empieza empieza la charla. Es muy gratificante, porque la recepción a veces es buenísima. Imaginate que le den bolilla a un desconocido».
«Lo que yo veo siempre es que cuando el tren deja de pasar hace que quede muy poca gente en el pueblo y una característica es que solamente se ve gente mayor. La la gente grande tiene muchas historias lindas para contarte también. Además el auto es como que siempre te invita a la charla», agregó.
Sus fotos, algunas de paisajes y otras del auto en los pueblos donde para, parecen una postal de antaño, provenientes de algún álbum de recuerdos, pero están vivas y el contraste con el lugar es muy suave y en la mayoría de los casos ni se nota.
«Todos los pueblos tienen esa placita al lado de la iglesia o la casa antigua, el viejo almacén de ramos generales, siempre hay algo que se repite y tiene su encanto, porque en muchos lugares están muy bien conservados», señaló Delonghi sobre lo que ve en sus recorridas.
El auto se encuentra en perfectas condiciones gracias a que lo hace revisar por un mecánico de confianzas que dice es como «el médico de cabecera» de su Peugeot 404 modelo 1967.