El turismo rural ofrece una novedosa alternativa que funciona como una herramienta para el desarrollo de las comunidades y pone en valor productos y servicios con identidad territorial. Los visitantes entran en contacto directo con productores y creadores, viven una experiencia que rompe con la rutina y genera ingresos en las localidades.
En la provincia de Buenos Aires, la agencia de extensión del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), con sede en Coronel Suárez, coordina la Red de Turismo Rural Centro Sur de Buenos Aires, integrada por experiencias asociativas en los alrededores de Tandil, Tornquist, Ventania, Pigüé, Cabildo, Dufaur, Carhué y Villarino.
«Entendemos el turismo rural desde la visión institucional como una diversificación de la producción primaria que con el transcurso de los años, lo que comenzó como como un extra, hoy está equilibrando la balanza y hasta me animo a decir que en algunos casos ya son más los ingresos que se generan por esta actividad», señaló en el programa Amo Viajar, la licenciada en Turismo Julieta Colonnella, coordinadora de la red.
La funcionaria explicó que se trata de pequeños y medianos prestadores de servicios y familias que residen en localidades chicas de varios municipios.
«No solo se trata de tener el producto final etiquetado, sino que es hacer la visita y entender el proceso productivo. Si hay algo que tiene turismo rural es un alto componente educativo. La intención es este intercambio turista-productor, turista-prestador de servicios y generar este conocimiento de lo que significa la vida en el espacio rural», agregó Colonnella.
Detalló que hay una amplia variedad de proyectos: «Podemos encontrar criaderos de cerdos, de gallinas, tambos ovinos o bovinos, plantaciones de lúpulo, de arándanos, pulperías, talleres de alfarería; y servicios turísticos puros como puede ser un alojamiento, una casa de té rural, entre otros».
La funcionaria enfatizó que estas localidades son ideales para una escapada durante fines de semana largos, porque son lugres donde no hay estacionalidad. Son atendidas por sus propios dueños, «donde te pueden contar la historia familiar, que el campo perteneció a ellos por tantas generaciones, o te encontrás con una receta que preparaban sus abuelos. Es ese tipo de intimidad la que se genera».
Colonnella enfatizó en el turismo rural «es la mujer, que también por su naturaleza anfitriona, toma la iniciativa de sumar una nueva unidad de negocios al emprendimiento, que con el tiempo es compartida con toda la familia rápidamente. A veces las mujeres jóvenes encuentran en la actividad turística un rol dentro de la empresa agropecuaria cuando familias estaban preocupadas quizás por la sucesión del emprendimiento cuando no había hijos varones».
Explicó que la red funciona acompañando las iniciativas de las localidades: «Los productores, junto a un profesional de la actividad privada y un profesional de turismo, organiza planes de trabajo a escala individual y en simultáneo a escala grupal y aquí cada experiencia le da su impronta».
«Son los mismos integrantes de la red quienes nos marcan la agenda a nosotras las técnicas. Tememos muchos proyectos en marcha, incluso con organismos externos a INTA. Lo más valioso es el capital social construido, se ha hecho una red de relaciones que se sostiene y eso a nosotros nos da mucha satisfacción», comentó sobre la labor que viene desempeñando desde hace más de 20 años y que hoy abarca a unas 90 familias.
Para solicitar la participación y ofrecer servicios o productos, se debe contactar a la oficina del INTA más cercana, quienes canalizarán la comunicación con los responsables de la red.
