Claudio Robetto y Betina Raimondi, un matrimonio de ingenieros argentinos, completaron a finales de septiembre la vuelta al mundo en un avión monomotor de un metro de ancho. Es solo la segunda vez que una pareja argentina hace una travesía como esa en una aeronave de ese tipo.
El viaje, que duró 124 días, los llevó a recorrer 18 países, incluyendo Brasil, Estados Unidos, Canadá, Islandia, Noruega, Suecia, Finlandia, Rusia, Turquía, Italia, España y Francia.
Robetto contó, en el programa Amo Viajar, que desde 2014 cuando compraron su primer avión, están viajando por zonas limítrofes de Argentina, pero que en 2021 una pareja amiga realizó el recorrido alrededor del mundo y ellos se entusiasmaron en imitar esa aventura.
Así que compraron un Tecnam P2008, un monomotor ligero de cuatro plazas, que los llevó a vivir una experiencia única desde que salieron el 21 de mayo y retornaron al país el 23 de septiembre.
«Yo tengo una historia aeronáutica que viene de mi padre, quien fue piloto en la Segunda Guerra Mundial en Italia. A los 28 años emigró a Argentina y, entre otras cosas, fue instructor de vuelo acá en muchos aeroclubes», comentó Robetto.
Con los recuerdos de la infancia entre aviones, se animó a hacer el curso de piloto y hace 33 años se casó con Betina y desde 2014 sus vacaciones son por los aires.
Robetto aseguró que por más planificación que se trace, los imprevistos surgen y «es como todo, se hace camino al andar. Tenés un plan maestro, pero rápidamente las fuerzas eran de otra manera y tenés que cambiar de plan. Tenés que ser muy flexible».
Relató que la idea inicial era comenzar por Bolivia, pero el país vecino les negó el permiso, así que la aventura comenzó por Brasil. En un punto, dar la vuelta al mundo se puso en duda, porque pensaban que por la guerra no podrían cruzar el espacio aéreo ruso. No obstante, estando en España se contactaron con alguien en Rusia que les explicó que con pasaporte argentino y detallando el motivo del viaje no habría problemas.
El viaje no estuvo exento de algunos contratiempos, por ejemplo, en Rusia esperaron dos días para que les llegara una bujía de repuesto y en Canadá, improvisaron con una rueda que no era del mismo tamaño de la que normalmente usa el avión.
La pareja disfrutó cada parada que hicieron y buena parte del registro está en su Instagram (@aventurerosdelaire) que es administrado por sus hijas.
Robetto explicó que el avión tiene una autonomía máxima de 12 horas, pero que el vuelo más largo que hicieron fue de 10 horas. «Los vuelos promedios eran de entre seis y ocho horas», dijo y a una altura máxima de 11.000 pies, debido a que la cabina no es presurizada y debían controlar factores como la saturación de oxígeno y la fatiga.
Como Betina todavía no es piloto (está haciendo el curso), fue la encargada de la logística, alojamiento, chequear combustible, aceite y otras tareas antes del despegue. El vuelo más largo fue de 1.200 kilómetros, entre Islandia y Noruega. Y el momento más difícil fue cuando cruzaron el Ártico, por temor al congelamiento ya que la temperatura exterior era de 15 grados bajo cero.
El próximo viaje que tienen en mente es a lugares a los que no se pueda acceder fácilmente como Galápagos o Malvinas, a donde piensan ir en verano. Además, quedaron con ganas de regresar a Rusia y quedarse un poco más de tiempo.
