Cada fin de semana, los destinos turísticos suelen tener propuestas variadas para atraer visitantes que se hacen una escapada. Y a medida que avanza la primavera, la Costa Atlántica argentina va ganando protagonismo.
Cariló, en el partido de Pinamar, se destaca por un extenso bosque de pinos de 1.700 hectáreas, ideal para actividades como senderismo, ciclismo o cabalgatas. Además, ofrece playas, un animado centro comercial y la Reserva Dunamar.
Todos esos atractivos se pueden combinar con la iniciativa de Turismo de Experiencia, que invita a «vivenciar un retiro mágico con bosque, mar y frecuencia 432 Hz».
El programa incluye el alojamiento (en cabaña compartida), las comidas (desayuno, almuerzo y cena), y todos los talleres y vivencias. El transporte corre por cuenta de cada participante.
Entre las actividades se destacan las terapias de bosques y de cuencos, así como las constelaciones familiares, biodecodificación y un taller especial para quienes se quieran sumar en la zona: el «Taller para Corazones Rotos».

«¿Estás preparado? Conectá con vos. Tomá una pausa. ¿Querés conocer y explorar herramientas para relajarte día a día? Activá la energía de tu cuerpo», expresa Barby, organizadora del evento y facilitadora holística en Turismo de Experiencia (para consultas y reservas, Instagram: turismo_deexperiencia).
Entonces propone: «Vibroacústica, acunamiento acústico y respiración consciente permiten conocer una nueva forma de relajarte».
El Taller para Corazones Rotos combina arte, naturaleza y terapias alternativas para promover la sanación emocional. Su primera propuesta se inspira en el Kintsugi, el arte japonés de reparar cerámica rota con resina y polvo de metales preciosos. En lugar de ocultar las grietas, las resalta como símbolo de fortaleza y belleza. En el taller, los participantes trabajan con corazones de cerámica, pintándolos y decorándolos mientras reflexionan sobre la idea de que las cicatrices personales también pueden transformarse en algo valioso.
Otra de las experiencias es la terapia de bosque o Shinrin-Yoku, práctica japonesa que invita a caminar lentamente entre árboles para reconectar con la naturaleza. A través de los sentidos —ver, oír, oler, saborear y tocar— se busca reducir el estrés, mejorar el estado de ánimo y fortalecer el sistema inmunológico. Este tipo de caminata pausada, más meditativa que deportiva, ayuda a disminuir las hormonas del estrés y a mejorar la concentración y la salud cardiovascular. Puede realizarse en grupo o de forma individual, y complementarse con ejercicios como el grounding, que consiste en caminar descalzo sobre la tierra para recuperar el equilibrio natural del cuerpo.
Por último, el taller incluye sesiones con cuencos tibetanos, una técnica de sanación sonora basada en las vibraciones. El terapeuta hace resonar los cuencos para inducir un estado profundo de relajación, liberar tensiones y equilibrar la energía. Estas sesiones pueden combinarse con meditación guiada y constelaciones familiares. En conjunto, las actividades del taller proponen un viaje hacia el bienestar emocional y físico a través del arte, el contacto con la naturaleza y la armonía del sonido.
Con información de Clarín
