Enclavado en el corazón de Centroamérica, Belice es un destino turístico que combina playas de arena blanca, arrecifes en el mar Caribe y selvas exuberantes con vestigios arqueológicos de la antigua civilización maya. Aunque aún es un secreto para muchos viajeros argentinos, este país ofrece una experiencia única que transporta a los visitantes a la esencia del Caribe de hace décadas, donde la hospitalidad y la autenticidad prevalecen sobre la masividad del turismo.
Más que lujo en hoteles, Belice busca proporcionar experiencias auténticas con la comunidad local. La conectividad aérea del país es amplia, con aerolíneas norteamericanas y la presencia de Copa, que vuela a Panamá y conecta vía Guatemala. Además, Belice destaca como uno de los destinos internacionales más destacados para el buceo y el snorkel, gracias a la riqueza de su fauna marina, incluido el icónico Gran Agujero Azul.
Ubicado estratégicamente con 298 km de largo y 120 km de ancho, Belice limita al norte con México, al sur y al oeste con Guatemala y al este con el mar turquesa, hogar de la segunda barrera coralina más grande del mundo, con más de 10 mil años de antigüedad y más de 500 especies de peces de colores.
Con una población de aproximadamente 440 mil habitantes, Belice tiene una rica historia que se remonta a los mayas, cuyos vestigios arqueológicos se encuentran en asentamientos como Caracol, Lamanai y Lubaantun desde el 1500 a.C. El primer contacto europeo fue en 1502 con Cristóbal Colón, y a lo largo de los años, Belice pasó de ser una colonia británica a obtener su independencia en 1981.
El inglés es la lengua oficial, pero los beliceños hablan también kriol, español, maya, garífuna y mandarín. El clima subtropical de Belice es agradable durante todo el año, con una temperatura media anual de 26°C y vientos ligeros. La temporada de lluvias se extiende de junio a noviembre.
La moneda oficial es el dólar beliceño (BZ$), con un cambio fácil para los turistas (BZ$ 2 equivalen a US$ 1), y la aceptación generalizada de dólares estadounidenses en la mayoría de los lugares.
Desde la costa con manglares hasta las colinas y montañas en el sur y el interior, Belice ofrece una diversidad de paisajes que incluyen selvas, reservas de vida salvaje y el sistema de cuevas más extenso de Centroamérica.
Para aquellos que buscan una experiencia más auténtica, el norte de Belice es perfecto. Con selvas para explorar, caminatas y lagunas para navegar, esta región permite a los visitantes desconectarse, evitar multitudes y sumergirse en la cultura y las maravillas arqueológicas mayas.
Mientras se avanza hacia el centro, la región alberga monos aulladores y una variedad de aves. Belice central es ideal para los amantes de la naturaleza, con yacimientos mayas, densas selvas, cascadas impresionantes y vastas cuevas. La Ciudad de Belice, epicentro empresarial del país, también se encuentra en esta región.
Hacia el oeste, se descubren más yacimientos arqueológicos, como Cahal Pech. La región ofrece experiencias como el mariposario, senderos medicinales en la selva tropical y la Casa de la Cultura de Benque Viejo del Carmen. La Reserva Forestal de Pinos de Montaña, con sus cascadas y piscinas naturales, es otro punto destacado, y San Ignacio es el punto de partida para explorar templos mayas, espeleología, senderismo, kayak y cabalgatas.
En la costa sureste, la mezcla de cultura y aventura es evidente, desde las montañas que alguna vez fueron hogar de los mayas hasta las hermosas playas. Dangriga, una comunidad costera garífuna cerca de Hopkins, es un destino de playa, mientras que Placencia es conocida por actividades acuáticas como kayak, snorkel y buceo.
Con información de Clarín
