Los números se acumulan al momento de contar su experiencia y aunque lo que más destacan es que conocieron a miles de familias de diversas culturas y países, es inevitable mencionar que la familia Zapp estuvo de viaje durante 22 años, pasaron por más de 100 países y recorrieron unos 300 mil kilómetros en un auto del año 1928.
Herman y Candelaria Zapp salieron de Argentina cuando tenían seis años de casados a cumplir un sueño que los desvelaba desde novios: conocer el mundo. En el trayecto nacieron sus cuatro hijos. Regresaron al país a mediados de marzo de 2022 y ya tienen en mente su nuevo viaje.
“El primer día de novios ya estábamos hablando de viajes. El segundo día ya estábamos hablando de tener siete hijos. Siempre fue nuestro sueño tener una familia numerosa e ir a conocer este mundo. También mi abuelo influyó muchísimo. Él había viajado por toda la Argentina. Tenía un mapa, que era su tesoro, con todas las rutas marcadas. Había viajado en el año 20 cuando todavía no había casi autos, donde tenía que vadear ríos ayudado por los bueyes para tirar los autos, mi abuelo me sembró esas ganas de viajar”, relató Herman en diálogo con Amo Viajar que se transmite por La Brújula 24.
Este abuelo tenía un campo en Tornquist, allí se crio Herman y allí nació su amor por Candelaria. “Mi prima invitó una vez a su amiga y yo estaba enamorado de esa chica. Se llamaba Candelaria. Venía todos los inviernos y uno de los inviernos me animé a decirle que la quería y allí empezó el romance, en Sierra de la Ventana”, relató.
El auto en el que hicieron el recorrido es una parte muy peculiar de la aventura y ha ido cambiando para adaptarse al crecimiento de la familia. Herman lo compró tres meses antes de iniciar el viaje que en un principio sería hasta Alaska. “Lo fui a ver porque soy curioso y cuando lo fui a ver, me enamoré y no lo pensé, sino que lo sentí, porque si lo pensaba jamás me voy con ese auto”, comentó.
“Fue adaptándose a la familia. Tuvimos que cortarlo al medio para hacerlo más largo y poner una fila de asientos más, le cortamos el techo y le pusimos una carpa que se levanta cuando quiera y le pusimos bisagras a los asientos. Se hizo una pequeña casita, le pusimos un baúl de madera atrás que pasó a ser la cocina. Era una casa chiquita, pero el jardín que tenemos, vos tendrías que ver el jardín que tenemos”, explicó el viajero a quien se ve en los videos al volante del Graham-Page 1928.
Una pregunta frecuente y cuya respuesta fue también parte de la aventura que vivieron tiene que ver con el sustento económico durante el viaje, que además fue incluyendo poco a poco a cada uno de sus hijos.
“Un viaje de estos, de 22 años alrededor del mundo, sí es de mucho mucho dinero, pero no hay que pensarlo la vuelta entera hay que pensar en cuál es el próximo pueblo, cuántos kilómetros son, cuánto necesito. No es mucho, son unas pocas monedas y cuando llegás a ese próximo pueblo otra vez cuánto necesitás para el próximo, es un día a día, kilómetro a kilómetro”, reflexionó Herman sobre el tema del dinero.
Relató que durante su viaje nunca tuvieron un empleo: “Hicimos de diplomáticos, de mecánico, de comerciantes, creo que hemos hecho de todo. Candelaria empezó a pintar acuarelas yo las enmarcaba, luego hicimos postales. A la gente le encantaba comprar una postal, porque les decíamos que al comprarnos una postal nos estaba comprando un litro de gasolina para seguir. Más adelante teníamos nuestro libro que se llama ‘Atrapa tus sueños’. Era fabuloso porque nos estaban ayudando a cumplir nuestro sueño y nosotros a ellos a empezar su sueño”.
La mejor parte de la experiencia que vivieron no la resumen por la cantidad de paisajes que vieron, sino por la interacción que tuvieron al hospedarse en unas 2.000 casas de familia. “Cierro los ojos y veo caras, no veo lugares. Mira que estuvimos en lugares bellísimos: en el Gran Cañón, el desierto de Atacama, en el desierto de Namibia, la Gran Muralla China, islas de Filipinas, en el mar Rojo, millones de lugares, pero si vos me regalás un paisaje volvería a una casa de familia”, afirmó Hernam.
“Los lugares son lindos, pero solo te llenan los ojos, pero la gente te llena el alma, el corazón, te da una experiencia, la gente fue el motivo y la razón.Lo más lindo que hizo Dios es la humanidad”, aseguró tras dos décadas de recorrer pueblos y ciudades y agregó que “nunca nos robaron, como nos habían asegurado. La gente fue lo más lindo, que al compartirnos su casa compartían sus costumbres, nos daban un empuje inmenso. Era lo más lindo ser parte de la vida de cada lugar”.
A los dos años de iniciar el viaje decidieron tener compañía y así trajeron al mundo a su primer hijo Nahuel Pampa. Luego vinieron Lucas Tehue, Paloma Huyaa y Marco Wallaby, cada uno nacido en un país distinto: Estados Unidos, Argentina, Canadá y Australia.
“Fue maravilloso, nunca nos imaginamos viajar con niños, porque nos parecía algo imposible. Fue recontra super lindo, porque nunca me perdí ninguna pateadita, ninguna gateada, ningún primer paso. Yo fui quien los enseñó a nadar y a andar en bicicleta. Además descubriendo el mundo juntos, ellos vieron qué linda que es también la humanidad. Para ellos el mundo no es un lugar que se les viene encima. Vieron miles de formas de vivir, de comer, de rezar, de pensar”, comentó Herman.
Y ahora que ya están de regreso en Argentina, estableciendo nuevas rutinas, pero pensando en otro viaje: “Cuando cruzamos el Atlántico en un velero más antiguo que el auto con la familia y el auto abordo, 26 días de vela… ese bichito picó, pero primero vamos a estar un poquito acá en familia, todavía no tengo el velero, el dinero, pero ya se que se puede hacer”.