Un pequeño rincón de la Patagonia era un secreto del que solo sabían pocos. Uno de ellos era un fotógrafo aficionado que comenzó a publicar en su Instagram las imágenes que captaba. Las fotos se viralizaron y así Villa Llanquín se convirtió en un imperdible para quienes visitan el sur argentino buscando un espacio de tranquilidad.
Es un lugar ideal para quienes quieren desconectarse del mundo (no hay señal de celular) y conectarse con la belleza de la naturaleza de la estepa patagónica. Es cada vez más visitado gracias a las fotos de Nelson Salazar (@nelson_salazar), el responsable de que el pueblo se hiciera famoso.
“Desde muy chico me gustó la fotografía y mostrar en redes (a Villa Llanquín) me hace sentir contento y también es la gran responsabilidad de hacer público un lugar. Empecé a hacer fotos en la pandemia y mi intención solamente era subirlas. De a poco fueron haciéndose más conocidos los paisajes, mis fotos empezaron a gustar más y hasta el día de hoy llegamos a que se hable mucho sobre Llanquín”, comentó Salazar en el programa Amo Viajar.
Villa Llanquín se encuentra a 40 kilómetros de Bariloche por la RN 237 (y a unos 1.000 kilómetros de Bahía Blanca). Se ubica en una de las costas del río Limay y es una comunidad de 350 habitantes. Su principal atractivo turístico es a la vez la forma de llegar a esta población, según explica el fotógrafo:
“No contamos con un puente, pero la balsa Maroma es nuestro principal atractivo turístico. Con la misma energía del río Limay cruza los vehículos de Río Negro a Nuequén”, detalló y agregó que para llegar a pie se puede cruzar el puente colgante desde donde “se pueden hacer las tan conocidas fotos”.
Gracias a la fama que adquirió el pueblo en las redes sociales, comenzaron a llegar más visitantes. “Estamos muy muy contentos todos, muy felices, por suerte es algo muy lindo para la gente que estamos acá y trabajamos”, dijo Salazar.
“La comunidad de a poco va armando más cabañas, más lugares para alojar al turista y también otros servicios como actividades al aire libre o lugares donde comer”, comentó. Incluso él mismo administra un patio cervecero, que es un emprendimiento familiar, como la mayoría en esa villa.
Salazar relató, que cuando no es temporada, los habitantes de Villa Llanquín trabajan en sus emprendimientos familiares: “La gente vive mayormente de eso, algunas cabañas para alquilar, almacenes, se elaboran productos en lana y los comercializan en Bariloche o se envían a distintos destinos del país”.
En invierno caen algunas nevadas y no es posible salir del pueblo. “Nos quedamos acá por unos días, hay veces que se corta la luz, el internet, así que nos acostumbramos”, aseguró el fotógrafo. Y esas son condiciones que atraen a turistas que buscan la desconexión total para un descanso más cercano a la naturaleza.
Villa Llanquín es un sitio ideal para los que disfrutan de hacer escalada, cabalgatas, trekking, pesca, ciclismo, astroturismo y avistaje de aves. Además, se pueden hacer visitas a un campo de lavanda con más de 4.000 especies.