En el extremo noreste de la provincia de Santa Fe, en la vastísima y rica planicie de inundación del Paraná, se despliega un enorme humedal de casi medio millón de hectáreas llamado Jaaukanigás en homenaje a la “gente del agua” que habitó antiguamente este territorio donde se entremezclan los tonos marrones del río y los verdes intensos de una vegetación exuberante.
Declarado sitio Ramsar (lugar ecológico de importancia internacional) en 2001, es el lugar de refugio y reproducción de unas 522 especies de vertebrados terrestres, lo que incluye a 45 de anfibios, 59 de reptiles, 350 de aves y 78 de mamíferos. Un reservorio único en su tipo que alberga, por ejemplo, una importante población de monos carayá.
Un paraíso para el ecoturismo y el contacto estrecho con la naturaleza en estado puro, un sendero que desde hace algunos años empezaron a recorrer varias localidades que ofician de “portales” al Sitio Ramsar, como Villa Ocampo, Reconquista, Florencia y Las Toscas.
“Este ecosistema, además de ser bello, es útil y productivo solo por existir. Merece todo nuestro cuidado y atención”, explicó Alejandro Giraudo, biólogo del Instituto Nacional de Limnología (Inali), integrante del Comité de Manejo del Sitio y conocedor de primera mano de cada porción del lugar.
La Argentina cuenta con 23 Sitios Ramsar de los que tres se encuentran en Santa Fe. Jaaukanigás, con una superficie de 492.000 hectáreas, tanto desde el punto de vista de su biodiversidad como por el sistema hidrológico que representa es considerado uno de los ecosistemas más importantes del país: en un territorio que representa el 1% de la superficie total de la Argentina se pueden encontrar el 35% de las especies de aves, el 28% de los anfibios, el 20% de los reptiles y el 25% de los mamíferos.
“Es un lugar extraordinariamente biodiverso y todavía seguimos encontrando especies. El Paraná tiene 4000 kilómetros de largo y es uno de los ríos más caudalosos del mundo. Esto significa una enorme diversidad de hábitats, es un lugar de convergencia entre lo que aporte el Pantanal y la región chaqueña. Los pulsos de inundación propios del río brindan una enorme heterogeneidad”, dijo el biólogo, que detalló que la zona es un refugio de especies amenazadas como el ciervo de los pantanos y la boa curiyú.
Por lo que ofrece y alberga, el Jaaukanigás es un lugar privilegiado para el turismo de naturaleza, una tendencia que crece en todo el mundo. “Es un ejemplo de cómo se puede hacer turismo sustentable en los humedales, con la conservación como fuente de desarrollo y de trabajo, siempre manteniendo la integridad cultural del lugar” explicó Eduardo Mosso, de largo recorrido en las áreas ambientales del Gobierno santafesino.
Por su parte Cristian Álvarez, de la Secretaría de Turismo de Santa Fe, destacó la importancia de promocionar un turismo activo con destino a los humedales y agregó que en los últimos años el perfil turístico de la provincia fue mutando de lugar para la pesca tradicional, a otro más anclado en actividades recreativas de tipo deportivo como el kayakismo, las cabalgatas, el vuelo libre o el kite-surf. También fueron ganando terreno emprendimientos de observación de aves o recorridas por la naturaleza a través de navegación de diferente tipo.
También destaca lo que significa el ecoturismo para la economía de la región, ya que las plazas hoteleras pasaron de 145 a 400 en cinco años más que nada gracias a inversiones privadas locales.
Fuente: La Nación